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Descargar ahoraSi hoy pudiéramos salir a la calle, coger nuestros coches y salir a disfrutar de la conducción hoy lo haría en un Porsche Cayenne de primera generación por ser todo un icono (para lo bueno y para lo malo).
Esta vez viajaremos en el tiempo hacia la década de los 90, cuando Porsche estaba sumida en una profunda crisis financiera, el lanzamiento del deportivo con motor central “Boxster” 986 no fue suficiente para sanear las cuentas, y el novísimo 911 996 no se estaba comercializando como se había previsto. La compañía debía apostar hacia un único vehículo, por lo que decidió romper con lo establecido y lanzarse hacia el lanzamiento de un SUV, todo concepto de vehículo que estaba triunfando entre la jet-set tras el lanzamiento de la primera generación del BMW X5. Para ello, Porsche recurrió a Volkswagen para construir su nuevo tococamino sobre la plataforma que estaba desarrollando para el futuro Touareg, vehículo que llegaría al mercado en el mismo momento que el nuevo modelo de la firma de Stuttgart.
Tras cantidad de suposiciones y de ríos de tinta que habían corrido sobre este nuevo vehículo, en 2002 llegó por fin su presentación al mercado el vehículo que fue considerado un auténtico sacrilegio, no tardaron en llegar una gran cantidad de críticas de los más puristas de la marca, a lo que los responsables de la marca trataron de apaciguar los caldeados ánimos apuntando que el Cayenne guardaría la esencia de la marca y que, ante todo, sería un auténtico Porsche.
El Porsche Cayenne era un SUV concebido para ofrecer un elevado nivel de confort en grandes viajes (al más alto nivel comparable al de una berlina de lujo) cargado de tecnología y con motores de gran potencia, pero todas estas cualidades pueden ser perfectamente asignables a cualquiera de sus rivales. Lo que diferenciaba al Cayenne de sus rivales era su puesta a punto específica del chasis que le dotaba de una dinámica que prácticamente era inexplicable en un vehículo de aquellas dimensiones.
Su aspecto exterior se basaba en el nuevo lenguaje de diseño que había estrenado la marca con el 986 Boxster y que más adelante había adoptado también el 911 (si, nuestro querido “patito feo”). Se mostraba dinámico, con líneas redondeadas y un aspecto poderoso, imponente. El interior destacaba por su elevadísimo nivel de calidad. Se había cuidado hasta el más mínimo detalle del ajuste interior, utilizando los materiales de alta calidad con los que normalmente Porsche acababa sus vehículos.
En la gama mecánica, Porsche decidió utilizar únicamente propulsores de gasolina, (Podemos recordar, por enésima vez, la famosa frase pronunciada en el año 2002 por Wendelin Wiedeking, presidente de la firma alemana hasta hace apenas unos días en la que afirmaba “¿Un motor Diesel en el Cayenne? Nuestros estudios demuestran que no tiene sentido”.) , aunque mas adelante la marca terminaría tragándose las palabras de Wendelin y montando un bloques diésel en el Cayenne.
Inicialmente se lanzaron tres versiones de gasolina. El Cayenne de acceso a gama montaba un propulsor V6 FSI de origen Volkswagen el cual entregaba una potencia de 250cv. Por encima se situaban dos bloques de ocho cilindros en V de 4500cc, el primero, correspondiente el Cayenne S: atmosférico con una potencia de 385cv, y el segundo y más potente, era el que equipaba en Cayenne Turbo, con nada menos que un sistema de doble turboalimentación que elevaba su potencia hasta los 450cv. Esta última versión era capaz de acelerar de 0 a 100 en solo 5,3 segundos.
En 2006 el Cayenne recibió una actualización donde la marca actualizaba el listado de equipamiento y mejoraba su estética exterior. También se actualizaba la gama mecánica, el motor V6 aumentaba su cilindrada hasta los 3.6L y los V8 aumentaban hasta los 4.8 L de cilindrada. Más adelante, en 2009 ya a finales de la vida comercial de la primera generación se introducía el propulsor diésel de origen Volkswagen que tan polémico había sido previamente, un 3.0 V6 TDI con 240 cv de potencia.
Porsche Cayenne facelift
Polémica y sacrilegio para algunos, para otros, un avance en la historia de la marca. Un concepto de vehículo que por aquel entonces estaba al alcance de unos pocos privilegiados que actualmente se ha convertido en todo una tendencia del mercado, un tanto odiada por los más puristas, entre los cuales debo incluirme. Indulto al Cayenne, por lo que supuso en aquel momento con una dinámica excepcional y una calidad de construcción impresionante.
Víctor García Pérez